jueves, 4 de noviembre de 2010

austral, qué ganas de no verte nunca más

Y yo que pensé que comprarme un vestido me iba a llevar dos horas máximo. Igual, que aprendí, aprendí.
Error número 1. El barrio: Recoleta. Primero, porque hasta un pedazo de tela de raso con encaje te sale 800 petrodólares. Segundo, porque todos los vestidos de fiesta que hay son de ese estilo hippie chic y no da, no quiero ir a mi graduación disfrazada de los años setenta.
Error número 2. Todo bien con ir a una entrevista y ponerte zapatitos pero si tenés que caminar 30 cuadras buscando un vestido que no vas a encontrar mejor calzarse unas llantas.
Error número 3. No sólo mirar detenidamente la vidriera de uno de esos locales de vestidos de fiesta muy grasa con mucho satén sino también entrar, preguntar, dejarte persuadir por la vieja triste que los vende, probártelo y mentirle diciéndole que te encanta el vestido pero querés que tu mami lo vaya a ver con vos y que seguro que antes de que cierren volvés y te lo comprás.

Ah, y parece Jesús le firma las vidrieras a las viejas paquetas del barrio.

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